El viernes 13 de noviembre iniciamos el experimento. Nos proponíamos conseguir un huevo sin cáscara y, para ello, sumergimos un huevo crudo en vinagre. Tres días después le cambiamos el vinagre y notamos que el huevo había perdido color y que en el líquido flotaban restos de cáscara. Por fin, el día 18 sacamos el huevo y… ¡ERA UN HUEVO BLANDO!
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